Texto

Sobre la carrera de Elíes

Texto seleccionado y traducido: El Cafè de la Granota / El Café de la Rana

Esta historia ocurrió hace tiempo, pero es difícil conocer la hora exacta en que el protagonista, Elíes Santapau, salió de su casa, en la parte alta de la calle del Horno, e inició la carrera desenfrenada y memorable a través de la villa.

En ese momento, Víctor Cardona, el herrero, se encontraba en la puerta de su taller ocupado en extraer una herradura dañada a Florida, la burra de Juliet de Peris, y asegura que eran las nueve menos cuarto de la mañana; en ese instante acababa de ver la hora en el reloj del campanario. Juliet afirma que eran entre menos cuarto y menos cinco, basándose también en el reloj de la torre. El panadero, ocupado en descargar una carretada de sacos de harina en la puerta del horno, frente a la herrería, jura que faltaban doce minutos para las nueve.

Era un veintidós o veintitrés de julio, martes, y hacía mucho calor. Elíes, al girar por el lado de la vicaría, arrolló a Jaume Vilanova, que acababa de barrer la acera de su tienda ―de alpargatas y zapatos de vestir― y se disponía a refrescar la calle con una regadera.

La vieja Antònia, que vendía fruta y verduras en la esquina de la plaza de la Iglesia con la calle Mayor pensó que pasaba algo grave.

El perro del guarnicionero lo persiguió ladrando por la plaza, donde era día de mercado, con puestos de ropa, pescado y gallinas, hasta que, aburrido, abandonó la persecución mientras Elíes se perdía por el callejón de las Almas.

La dirección a la que se dirigía Elíes no puede ser más clara. Si unimos con una raya los puntos que ocupaban las personas de los diversos testimonios que hemos citado, veremos que el corredor siguió el camino más corto posible desde su casa hasta el café de Silverio, de donde salen los autocares de línea que van a Lleida.

Pedro Torres, de sobrenombre el Tijeras, sastre de oficio los días laborables, y contrabajo los domingos y festivos de la orquesta de la ciudad, la Melodía Club, quiso reconstruir la carrera de Elíes en su tramo final, pero se pisó los cordones de los zapatos y se fue de cabeza contra una fuente pública.

Sobre el motivo que impulsó a Elíes a correr de una manera tan extraordinaria podemos concluir que cuando el autocar de línea estaba en marcha y a punto de irse, algo importante le dijo al conductor.

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[Tradución y adaptación del cuento publicado en:

JESÚS MONCADA: Contes. Edicions 62. Barcelona. 2010. pp. 227-233