Jesús moncada

Sentido de su obra artística

Mequinenza

El universo literario de Jesús Moncada se sitúa, básicamente, en el pueblo de Mequinenza antes de su derribo en el año 1966.

Desde pequeño pasaba muchas horas en los cafés observando cómo los viejos llaguters[1] jugaban a las cartas y contaban fantásticas historias del río que el autor retenía con una  prodigiosa “memoria de elefante blanco”, como él, irónicamente, decía[2].

Sus recuerdos de infancia dieron lugar a su necesidad de rescatar y recrear un mundo real y al mismo tiempo mágico que desapareció bajo las aguas del pantano más grande de Aragón. El Ebro tiene una importancia relevante, ya que formaba parte de su vida. Mequinenza era una población que vivía del Ebro. El río pasaba por la población y se usaba para todo: para regar, para navegar, para lavar… Era un pueblo fluvial, alargado, que se extendía por la huerta abajo. El transporte del lignito se hacía desde mediados del siglo XIX sobre las aguas cuando las carreteras eran prácticamente inexistentes. Había una importante flota de llaguts con personajes y escenas que inspiran la obra de Moncada: los barqueros, los patrones, los pescadores, las mujeres lavando en el río. La vida del pueblo y los personajes: las tiendas, las celebraciones, tradiciones, costumbres, creencias, misterios… La ironía de los protagonistas de las historias se presenta en la trama de su obra, especialmente en los cuentos. A pesar de que no se hace una crítica explícita al sistema político que lo derribó, no solamente las piedras sino el alma de un pueblo, la esencia de la vida de muchas generaciones, en toda su obra se extrae la condena de aquel hecho mediante las actitudes de los personajes que representan la ley y el orden. La burla de los estamentos policiales franquistas es una constante, también el poder eclesiástico.

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[1]Un llaüt es la embarcación de transporte tradicional utilizada en la localidad para el carbón. Los llaguters son los navegantes que se encargaban de la conducción de dichas naves.

[2]Sasot, Mario: “Jesús Moncada: A la recerca de la infància segrestada”. Acompañado de un texto del propio Moncada (“Aniversari”). Número 60 (1992), pp. 14-25.

Mequinenza es descrita como una población progresista.

Las obras de Moncada se respiran con el aliento de aquella época; algunas escenas son cuadros de pintura con una plasticidad descriptiva que se pueden contemplar pausando la lectura del texto. Las escenas cotidianas a través de su escritura devienen piezas literarias. Desde este punto de vista, lo dice todo sin nombrarlo. Lo muestra. En este sentido es una obra poética, sugerente y muy emotiva.

Las primeras obras recogen la vida de este universo mequinenzano: Històries de la mà esquerra, El cafè de la Granota, y fundamentalmente su primera novela: Camí de sirga.

En una entrevista hecha por Antón Castro, Moncada comenta: Yo no soy ni un historiador ni un cronista, pero en mi creación literaria hay mucho de crónica y una base histórica cierta y además expurgada, pero no con una mentalidad de historiador sino de novelista[1].

El escritor Pere Calders se dio cuenta de que Jesús Moncada tenía su propio mundo artístico y literario y le animó a que no renunciara nunca al catalán de Mequinenza, del Ebro, de sus raíces. Si yo hubiera continuado escribiendo en castellano, hubiera acabado por no escribir. Cuando comencé a hacer alguna cosa más seria, me di cuenta que me estaba traduciendo continuamente. Pensaba en una lengua y escribía en otra. Entonces tuve la sorpresa, gracias a Edmon Vallés, de comprobar que la lengua que yo hablaba era una lengua literaria y que tenía una tradición. Vallés trabajaba en la editorial Vergara que publicó una sobria colección en catalán, grandes traducciones de obras esenciales, etc. Fue como mi mentor espiritual. El primer día que llegué a la Montaner i Simón, me dijo Calders: “Me ha dicho Edmon Vallés que escribes”. Estaba francamente acojonado, le dije que sí[2].

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[1] Entrevista de Antón Castro a Jesús Moncada aparecida en El Periódico de Aragón, en la sección “En Primer Plano”, 22-10-1998. Recopilada en su libro Veneno en la boca. Xórdica editorial. Zaragoza, 2009.

[2]Ídem.

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